Rosal silvestre

 (rosa canina)

Es un arbusto caducifolio muy común en setos, bordes de bosques y riberas, de hasta 3 metros de altura con numerosos tallos espinosos (espinas curvas y ensanchadas en la base) que pueden ser erectos, trepadores o rastreros; hojas compuestas, alternas, de color verde intenso; sus flores bisexuales brotan entre marzo y julio; los frutos (tapaculos, agavanzos o escaramujos) son pequeños, lisos, ovoides, carnosos, de colores vivos, son comestibles, ricos en vitamina C (cinco veces más que el limón), sorbitol, pectinas, carotenos… contienen huesecillos y un conjunto de pelillos irritantes (picapica).

Esta especie se aconseja para actuaciones de restauración de riberas; es un importante recurso alimenticio otoñal e invernal para muchas especies de aves y mamíferos. Con los frutos se puede preparar una rica mermelada: hay que abrirlos y eliminar -puede ser con una navaja y al chorro de agua de un grifo- las semillas y los pelillos, la parte restante se machaca y se mezcla con igual cantidad de azúcar; se consume en frío para aprovechar las vitaminas o se somete a cocción como cualquier mermelada. Con los frutos bien maduros y enteros se elabora el licor de escaramujos, utilizando anís o aguardiente, vale misma receta que para el pacharán; los turiones, brotes rojizos y tiernos, se suelen consumir en crudo. La miel del rosal era muy apreciada por los romanos, también conocían el vino de rosas. Existieron cigarros antitabaquismo hechos con pétalos de rosal silvestre. Citamos algunas propiedades medicinales: es astringente y laxante (sobre todo las flores) y fuente para obtención de vitamina C o ácido ascórbico.