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A primeras horas de la calurosa tarde del pasado 2 de julio Mario terminó de cosechar una finca de secano en Las Cruces. Al salir al camino vio una pollada de pequeños perdigones acompañada de dos adultos. Uno de ellos desvió a los pequeños hacia la maleza de la cuneta para evitar que fueran depredados; el otro salió al camino para atraer la atención del maquinista, saltó al peine de la cosechadora y conectó con su canto con las crías  pretendiendo  distraer a Mario  para que  se olvidase de los pollos  y centrase toda su atención en la madre. Arriesgada decisión que resultó eficaz para  toda la familia