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Increíble supervivencia de cuatro rayones huéfanos

El jabalí (sus scrofa) es una especie que ha proliferado en el término de Villafer durante las dos últimas décadas alcanzando una cierta densidad pues el terrazgo de la localidad dedica entre 500 y 600 has. cada campaña agrícola al cultivo de maíz; limita al sur con dos montes de encinares y quejigales: Belvís y La Mata y al oeste con la margen izquierda del Esla con sus sotos, choperas y alamedas óptimas querencias para el suido; por estas circunstancias tan favorables, alimento y refugio, las jabalinas entran en celo durante todo el año.

 

Al ser especie omnívora a veces es beneficiosa por el control de roedores, insectos y larvas perjudiciales para la agricultura; sin embargo también causan daños en cultivos, siembras, plantaciones e incidencias negativas en otras especies: destrucción de nidos, pollos, madrigueras...; además provocan frecuentes accidentes graves de tráfico. Ante estas realidades la Sociedad de Cazadores local controla la especie en el Coto de caza Menor con aprovechamiento de jabalí al salto o en mano y suele solicitar autorización al Servicio Territorial de Medio Ambiente para la práctica de otras dos modalidades: esperas o aguardos nocturnos y batidas; los resultados anuales de los últimos años oscilan entre 20 y 25 ejemplares cazados.

Precisamente en la batida del 1 de diciembre se cobraron seis piezas: una de ellas era una hembra lactante. El 17 del mismo mes al cosechar una maizal, próximo al lugar de la batida citada, solos, asustados y aguantando hasta el último centímetro el cabezal de la cosechadora, aparecieron increíblemente CUATRO SUPERVIVIENTES HUÉRFANOS.

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Su madre, la gran ausente, los había gestado durante 3 meses, 3 semanas y 3 días; antes del parto les preparó una cama o nido con plantas de maíz que derribó y reunió con la boca en un maizal sin cosechar formando un círculo de unos 2 metros de diámetro y 50 centímetros de alto; nacieron en el nido recubiertos de pelaje mimético dibujado por rayas longitudinales leonadas alternativamente claras y oscuras y una oscura en el dorso y dos rayas dobles más una simple en los flancos; provistos de dientes, con visión, hocico corto y un peso entre 600 y 1000 gramos; su madre para amamantarlos se tumbó de costado y los llamó con sonidos bajos; los recién nacidos lucharon ferozmente entre ellos por la mejor posición y por las mamas que les proporcionaban más leche hasta establecer una jerarquía; recibieron anticuerpos concentrados en los calostros de la primera leche materna. A la segunda semana los rayones comenzaron a consumir también alimentos sólidos: hozaron por el suelo comiendo materias vegetales y animales; se dedicaron a juegos, carreras, empujones, mordiscos entre ellos, saltos...; cuanto más pequeñas eran las crías más susceptible y agresiva se mostró su madre no permitiendo siquiera la proximidad de jabalíes adultos; venteaba y escuchaba el entorno un largo rato antes de tomar una decisión en los cortos desplazamientos familiares de la prole. Como toda jabalina lactante persiguió a los enemigos de los pequeños con bocados y pateos y cuando esta actitud protectora, suministradora de alimento y guía seguía siendo imprescindible para la prole encontró la muerte.

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Y de repente la lactancia que debería haber continuado hasta los tres meses de vida se terminó bruscamente(no existe la adopción de rayones por parte de otras jabalinas lactantes), comieron maíz, roedores, artrópodos, carroña, raíces, tubérculos... Estuvieron expuestos a hipotermia debido a los rigores meteorológicos por la poca grasa subcutánea (en esos 17 días de orfandad la temperatura media local fue de 6,7ºC, con dos días de una mínima de -1ºC y cuatro jornadas de intensa niebla); a enfermedades víricas y bacterianas; a la presencia en la zona de predadores como lobos, zorros, tejones y gatos monteses...; a los peligros de atropello por la proximidad de la carretera, al rechazo violento de los de su especie...

Sin embargo ante la cosechadora aparecieron robustos, con vigor en la huida e instinto de encontrar refugio pero ¿ llegará su pelaje a los seis meses a cambiarse en rojizo y al año a convertirse en castaño o negro? Podría ser: están dotados de genes de auténticos supervivientes. ¡ Son unos jabatos!

 

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